Hielo negro by Michael Connelly

Hielo negro by Michael Connelly

autor:Michael Connelly [Connelly, Michael]
La lengua: spa
Format: epub
publicado: 1992-12-31T16:00:00+00:00


Capítulo 18

El apartamento donde había vivido Calexico Moore estaba en un bloque de tres plantas. Parecía un pegote en Franklin Avenue como los taxis en los aeropuertos. Era uno de los muchos edificios de estuco construidos después de la guerra que flanqueaban las calles de aquella zona. El barrio en sí se llamaba The Fountains, pero las fuentes a las que hacía referencia el nombre hacía tiempo que habían sido tapadas con tierra y convertidas en parterres. El edificio de Moore se hallaba a una manzana de la mansión que albergaba la sede central de la Iglesia de la Cienciología, cuyo rótulo de neón blanco proyectaba un brillo siniestro sobre la acera donde estaba Bosch. Afortunadamente eran casi las diez de la noche, por lo que no había peligro de que lo asaltaran con un test de personalidad. Bosch se quedó fumando y observando el apartamento durante media hora hasta que decidió entrar, pese al riesgo que aquello suponía.

A pesar de que el edificio tenía entrada de seguridad, no era muy seguro. Bosch abrió el cerrojo de la verja delantera con un cuchillito que guardaba junto con su ganzúa en la guantera del Caprice. La siguiente puerta, la que daba al vestíbulo, fue aún más fácil porque necesitaba que la engrasaran y por eso no se cerraba del todo. Bosch traspasó el umbral, comprobó la lista de residentes y encontró el nombre de Moore junto al número siete, en el tercer piso.

El apartamento de Moore estaba al fondo de un pasillo que dividía la planta por la mitad. Aunque había dos apartamentos más, Bosch no oyó voces ni la televisión en ninguno de ellos. Al llegar a la puerta de Moore, Harry vio que estaba sellada con un adhesivo de la policía. Después de cortarlo con la pequeña navaja de su llavero, se arrodilló para examinar la cerradura. La iluminación del pasillo era buena, así que no necesitó la linterna. Moore tenía una cerradura corriente; usando un gancho curvado y un peine de púas, Bosch la abrió en menos de dos minutos.

Harry se quedó con la mano -envuelta con un pañuelo- en el pomo de la puerta, considerando la prudencia de sus acciones. Si Irving o Pounds lo descubrían, lo mandarían de una patada a patrullar a la calle. Bosch echó una última ojeada y abrió la puerta. Tenía que entrar. A nadie más parecía importarle lo que le había ocurrido a Cal Moore. A él sí, aunque ignoraba por qué. Harry pensaba que tal vez encontraría el motivo en aquel apartamento.

Una vez dentro, Bosch volvió a cerrar la puerta y permaneció unos instantes inmóvil, en la entrada, intentando acostumbrarse a la oscuridad. El sitio olía a humedad y no se veía nada aparte del brillo fluorescente del rótulo de la Iglesia de la Cienciología que se filtraba por las cortinas de la ventana. Bosch encendió una lámpara junto a un sofá viejo y deformado. La luz descubrió una sala de estar con la misma decoración de hacía veinte años.



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